Existe una vasta cantidad de terrenos aún inexplorados por la estética, sin duda los senderos que nos ofrece representan una riqueza enorme respecto de las potencias reflexivas a las que dará lugar. El desborde de la sensibilidad contemporánea resulta un fenómeno complejo y sumamente interesante, frente a la oferta de las poéticas que se desarrollan en la actualidad, pero sobre todo atendiendo a la complejidad discursiva que nos invita a un diálogo multidisciplinar que rinda frutos, no sólo en la búsqueda de los elementos que nos permitan acceder a la realidad, sino para lograr reconstruirla desde el espacio imaginario y creativo. Es precisa una invitación desde la estética para reflexionar a partir de la cotidianidad y sus problemas, no como una respuesta suficiente, sino como una acompañante posible que nos ofrece unos anteojos particulares desde los que podemos repensarnos de manera crítica, con miras a la transformación de la realidad. Se manifiesta la utopía como un derecho humano básico que nos presenta la posibilidad de navegar lentamente hacia la praxis.