La Constitución española de 1856 es llamada la non nata porque nunca se promulgó a causa del golpe de estado del general Leopoldo O'Donnell, que disolvió las Cortes Constituyentes elegidas en 1854. La Constitución española de 1856 tuvo un espíritu liberal y contiene aspectos clave de la Constitución española de 1869. Fue un proyecto nuevo y progresista, que reafirmaba el principio de la soberanía nacional, reconocía ampliamente los derechos políticos e instalaba, por primera vez en España, un régimen de tolerancia religiosa. Las Cortes discutieron, también por primera vez, criterios democráticos como la libertad religiosa, el sufragio universal, los derechos sociales, el derecho de manifestación y la posibilidad de sustitución de la monarquía por una república. En algunos aspectos, constituyó la base de la futura Constitución de 1869.
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