Es la posibilidad de diseñar procesos con criterios de optimización, incorporando condiciones que garanticen un buen desempeño dinámico del sistema en todas las primeras etapas del diseño, obteniéndose los parámetros de la planta como los del controlador en forma simultánea. La interacción entre el diseño de procesos y el control de procesos surge porque el diseño de procesos químicos determina de un modo inherente su controlabilidad, que cualitativamente significa lo bien que un proceso es capaz de rechazar perturbaciones, cuán severamente interactúan las múltiples variables y cuán fácilmente el sistema se mueve de un punto de operación a otro.