Desde mediados del siglo XIX, la historia de las ciencias sociales se ha caracterizado por una suerte de dialéctica entre dos grandes corrientes de pensamiento: positivismos y humanismos. Utilizando la expresión de Paul Feyerabend, el resultado de esta confrontación ha sido la coexistencia de posturas epistemológicas inconmensurables, es decir incompatibles en lo que respecta al lenguaje científico utilizado, pero también en cuanto a los problemas investigados, los métodos y las observaciones realizadas. Actualmente en América Latina se observa un predominio de los enfoques humanistas; no obstante, la contribución del Análisis Espacial a la Ciencia y a la Geografía fue enorme, revolucionaria, pero creemos que en nuestro medio no ha sido comprendida en toda su dimensión, razón por la cual hemos volcado un gran esfuerzo para demostrar que la doctrina filosófica del Neopositivismo, cimentada en el concepto de modelo, colocó a la Geografía por primera vez en un plano de igualdad respecto a las restantes ciencias fácticas, dotándola de un lenguaje y una metodología analítica que le permitieron participar por primera vez de manera protagónica del diálogo interdisciplinario.