La preocupación por el medio ambiente y las consecuencias que su degradación pueda acarrear a las personas y a los bienes, se ha generalizado en las últimas décadas más que ningún otro sector. En la actualidad, ninguna actividad puede desarrollarse sin respetar el medio ambiente. La gestión de los puertos pesqueros y deportivos no ha sido ajena a esta tendencia, donde es necesario minorar cualquier forma de contaminación. Los impactos negativos que las actividades pesqueras y de ocio realizan sobre recursos comunes o sobre el tejido social, a través de riesgos ambientales (o sanitarios en sentido amplio) y en la generación de desechos, inciden en la calidad de la instalación portuaria y la de sus áreas poblaciones anexas. Los costes derivados de esos impactos dejarán de ser externos al mercado y de ser sufragados por el conjunto de los ciudadanos, ya que afectarán directamente a las empresas náuticas. La calidad ambiental, pasará a ser clave para el éxito de un turismo de calidad, ya que la demanda de entornos no degradados implica la de una calidad ambiental alta, no sólo para turistas en el sentido estricto de la palabra, sino para cualquier "consumidor de ocio".