Como un cambio inesperado en su vida, Eduardo Alfaro, tendrá que viajar hasta Sevilla siguiendo la promesa hecha a su joven esposa, ante su lecho de muerte. La experiencia es nueva y solitaria para él. Confundido, Eduardo solo intuye que debe llegar hasta la ciudad andaluza y dejar que el misterio de los planes empiecen a desarrollarse, confiando de forma ciega en la voluntad de su esposa. Entonces, como un guion bien diseñado que le va dando sentido a todo, aparece un personaje en el corazón mismo de una plaza sevillana. A partir de allí, Eduardo será parte de una travesía única que, por supuesto, cambiará para siempre su visión sobre la vida y las personas. Tendrá profundas conversaciones que le enseñaran que la experiencia de vivir y sufrir puede ser un laberinto pero, este, siempre ofrece múltiples salidas. El personaje que aparece en el recorrido de Eduardo por Sevilla, es un joven que ofrecerá una sabiduría poco común. Y, como un ingrediente adicional de misterio, lo hará desde una humilde y desgastada silla de limpiabotas.