A lo largo de la historia, el cristianismo ha demonizado constantemente las religiones a las que era hostil, aunque estas religiones no fueran necesariamente hostiles al cristianismo. Es el caso, en particular, de las religiones de la Antigüedad, del hinduismo e incluso del islam (declarado religión politeísta durante muchos siglos), y siempre por la misma razón: la incapacidad de algunos teólogos cristianos de comprender la lógica interna de otras religiones y de considerar el valor y la validez de modos de relacionarse con Dios distintos del que rige su forma de entender su propia religión. Así pues, esta demonización del cristianismo afecta especialmente a las religiones primitivas. Su apego a la naturaleza refuerza la opinión cristiana de que sus seguidores son adoradores de espíritus malignos...
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