Cuando queremos perder peso nos fijamos en lo que comemos pero no se nos ocurre pensar en lo que sentimos, y en realidad tan importante es una cosa como la otra. En épocas en que estamos estresados puede suceder que, sin comer más de la cuenta, engordemos. En muchos casos, por lo tanto, no bastará con una dieta para recuperar nuestro peso ideal y será necesario recurrir a otras cosas. ¿Pero cuáles? Deberemos estar atentos a nuestras emociones y tomar conciencia del modo en que inciden en nuestra fisiología. El estrés, por ejemplo, suele provocar un crecimiento del depósito de grasa abdominal. Es muy útil que lo sepamos, y es necesario también que aprendamos de qué manera nuestra alimentación puede ayudarnos a modificar nuestro estado de ánimo, ya que una cosa va muy estrechamente relacionada con la otra. De esta forma, con unos pequeños cambios podemos solucionar las dos y lograr sentirnos bien tanto física como emocionalmente.Cuando alguien sufre es difícil saber qué destino tendrá una galleta que entra en su organismo. En el camino que elige esa galleta intervienen muchos factores fisiológicos comunes en todos los humanos, pero también depende del factor individual, ese tejido personal que nos hace únicos y que sólo nosotros mismos somos capaces de mimar.
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