Es habitual entender la arquitectura como algo formado por dos vertientes; una digamos, racional, objetiva, explicable etc¿ y otra más próxima a la psique, al interior, los sentimientos etc¿ de las personas o comunidades, eso sí, dos componentes absolutamente indisolubles, de manera que si alguna de las dos facetas en cualquiera de sus formas no está, no habrá arquitectura. En este contexto este libro podría entenderse como el intento imposible, insensato, de aislar y acercarnos solo a la última de estas facetas, con el deseo si no creencia de que este aislamiento podría producir alguna claridad, que la mezcla no propicia, pero también con el riesgo evidente e inminente de que ese aislamiento produzca algo que pueda ser irreconocible.