A su edad los achaques, recriminaciones personales, la insatisfacción de pareja y el hastió se tornan el día a día llevándole a ser quejumbrosa e irascible y como siempre la levadura nunca llega hasta donde deseamos. Ni con los hijos ni con ese varón testa ruda, cabeza hueca que por mala elección le decidió llamar marido puede contar todo ya le resulta ni dulce ni simple es solo su vida.