La religión y la política han sido siempre un trago difícil. En México a partir de las reformas liberales del gobierno de Benito Juárez, se estableció en rango constitucional que la religión sería desterrada completamente de la arena política en el ámbito nacional, en ese sentido, la presente propuesta pretende mostrar que fue solo una ruptura de papel, más no una ruptura social el dictámen escrito en la segunda Constitución del México independiente. Tal supuesto, al pronunciar que la religión no ha desaparecido de la política nacional mexicana, se pretende demostrar a través de este estudio de caso la manera en que se articulan ambas instituciones en la elección de los cargos públicos y para la toma de decisiones que estan vinculadas al desarrollo de los pueblos con raíces mesoamericanas en el México contemporáneo; es así como la elección de los futuros candidatos a gobernantes se manifiestan en las arenas de los cargos religiosos y tradicionales como preámbulo de las campañas electorales que tendrán que realizar al interior de sus pueblos.
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