El pensamiento jurídico se caracteriza históricamente por dos aspectos: por un lado, una lucha contra la arbitrariedad y, al mismo tiempo, el establecimiento de mecanismos democráticos para la organización de los poderes y la distribución de las fuerzas del Estado; por el otro, un esfuerzo continuo con el fin de definir un espacio de racionalidad en el que el conocimiento jurídico puede ser producido de modo válido. Sobre la base de esta mecánica, el autor desarolla el estudio a fondo de la relación entre la validez y la legitimidad del derecho y sobre los problemas inherentes a esta interacción. Esta iniciativa coincide con el contexto actual, en el que favorece la exploración continua del elemento interpretativo, que es la base de toda experiencia jurídica contemporánea. Así, el autor ofrece una Teoría de la Decisión Judicial, con el objetivo de establecer límites a la actividad jurisdiccional del constitucionalismo de la segunda post-guerra. Detecta los síntomas y las consecuencias conceptuales de las prácticas de adaptación de los paradigmas, de la ideología del caso concreto y de la proliferación de los derechos fundamentales en la Constitución.