Conceptos como la creatividad, la inspiración, el ingenio o el talento son aún hoy considerados como dones inalcanzables otorgados de forma divina a unos pocos individuos a través de los siglos; para evitar la consagración de estas ideas, los docentes estamos encargados de llevar a cabo una reconstrucción de los mismos, con el fin de tener una mejor relación entre ellos y los estudiantes de este siglo. Esa cualidad fluctuante de las cosas es la que hace que cada descendencia dicte sus propias reglas, eleve a sus Dioses, decapite a los antiguos y el mundo deba re-pensarse una y otra vez a deseo de cada nueva generación. No obstante, parece no haber manera de convivencia entre una y otra, cada una sufre del síndrome de Adán y Eva: ¿antes de nosotros no existió nadie¿. Y así empieza una nueva construcción de valores, modelos, paradigmas y apropiación de espacios; dependiendo de cómo se ha moldeado la ciudad; ¿qué espacios sobreviven y cuáles desaparecen? ¿Qué clase de territorio les hemos dejado; de qué se apropian y de qué se avergüenzan, qué desechan? Todo esto necesariamente tiene que crear un cambio en todos los sentidos de la existencia humana desde la educación.