La lucha contra el terrorismo se enfrenta a otros desafíos específicos. En primer lugar, los gobiernos deben tratar de identificar y tener en cuenta todos los tipos de agresión contra ellos. Si bien los terroristas siguen recurriendo hoy en día a acciones "convencionales" (atentados, asesinatos, toma de rehenes), es probable que el terrorismo evolucione hacia otras formas de violencia, como el terrorismo químico o bacteriológico, causando destrucción masiva; sin embargo, hasta principios del siglo XXI sólo se han registrado casos muy raros, como el envenenamiento del sistema de metro de Tokio con gas sarín en 1995 o la contaminación de los correos con ántrax en los Estados Unidos en el otoño de 2001. Los expertos también señalan la posible amenaza futura que plantea el "ciberterrorismo", es decir, los ataques a sistemas informáticos críticos.
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