La enfermedad de Parkinson (EP) es una de las enfermedades neurológicas más comunes, muy frecuente en las personas mayores. Según datos epidemiológicos, esta enfermedad se desarrolla en al menos el 1% de las personas mayores de 65 años. Entre las enfermedades cerebrales crónicas, la EP ocupa uno de los primeros lugares, lo que viene determinado por su elevada proporción en la estructura de la patología del sistema nervioso, la frecuente discapacidad y una fuerte disminución de la calidad de vida de los pacientes. La afección cognitiva más grave, la demencia, provoca en los pacientes un desajuste en su vida social y profesional. Además de ser un problema médico, la demencia es un grave problema socioeconómico que ocasiona pérdidas económicas directas debido a los gastos sociales asociados a la atención y el tratamiento de los pacientes. Las llamadas pérdidas indirectas, que resultan de la incapacidad de los miembros de la familia para continuar con sus trabajos como cuidadores de los pacientes, son mucho más importantes. Sin embargo, la gama de deterioros cognitivos en los ancianos es mayor e incluye enfermedades menos graves además de la demencia. Los deterioros cognitivos que van más allá de la norma de la edad, pero que no llegan a la demencia grave, son aún más frecuentes.
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