El derecho humano a un medio ambiente sano contribuye al desarrollo y bienestar a través de una doble dimensión. Por una parte, se encarga de proteger al ambiente al que percibe como un bien jurídico fundamental del ser humano, buscando garantizar las condiciones óptimas del entorno y la naturaleza para acceder a una vida de calidad, y, por la otra parte, la tutela de este derecho humano permite la realización y vigencia de los demás derechos humanos, mediante el principio de interdependencia. Para un correcto ejercicio del derecho humano a un medio ambiente sano que a la vez contribuya a su protección, preservación y mejoramiento, se requiere de una participación decidida del Estado y del Derecho que implica dejar de lado los paralelismos jurídicos para actuar dentro de una estructura estatal e institucional integral con base en el respeto al derecho humano a un medio ambiente sano y la obligación de establecer los medios jurisdiccionales que hagan efectiva su tutela.