Las competencias y habilidades directivas, en general, son parte de lo que se conoce como competencias blandas, que tienen que ver más con actitudes y comportamientos que con conocimientos, tienen que ver con saber actuar, poder actuar y querer actuar. También, están asociadas a la relación con otros, como la capacidad para dirigir y motivar grupos de trabajo, en definitiva de liderar. Se definen veinte competencias como necesarias para el ejercicio de un liderazgo democrático que permita espacios de armonía y realización en el mundo del trabajo. Estas competencias normalmente no se enseñan en los procesos de educación formal, y se aprenden en la práctica y con la experiencia, pero también es posible realizar un proceso de enseñanza/aprendizaje como parte de un proceso de capacitación continua en el mundo del trabajo y las empresas, aplicando las metodologías educativas que se proponen para desarrollarlas: Desarrolladas en un Centro de Recursos, Desarrolladas en Talleres de capacitación, Desarrolladas en grupos didácticos de estudio, Desarrolladas a través del Coaching, Desarrolladas a través de métodos combinados.