En los últimos decenios la comunidad internacional ha desarrollado una alarma creciente ante desastres que por afectar a concentraciones cada vez mayores de población, tienden a ser cada vez más destructivos. Huracanes, sismos; inundaciones, penetraciones del mar, descargas eléctricas, sequias, e incendios forestales no cesan de flagelar la humanidad. Los desastres naturales han sido; y seguirán siendo; grandes amenazas al desarrollo sostenible, pues se pierden recursos para el desarrollo cuando a causa de un desastre desaparecen los resultados de una inversión. Se produce una nueva pérdida en recursos como consecuencia del descenso de la producción de bienes y servicios.