Leer es habitar el mundo. No se puede leer sin tener la idea previa de que se es lector. Epistemológica y ontológicamente es una forma de estar siendo. Una forma inacabada de aparecer en el mundo. El autor propone la idea de que el lector es un sujeto literario, y que la lectura no termina en el texto que se lee ni tampoco al cerrar el libro. La lectura continúa, es aleatoria; aparece y hace aparecer al sujeto literario. De ahí se desprenden una serie de reflexiones e inflexiones que permiten profundizar en el infinito acto de leer. La reflexión filosófica y la estética de la palabra se unen en este libro para crear una serie de textos que deambulan entre la profundidad de la crítica y la creación poética. Cada apartado puede ser un inicio, o un final. Después de todo, tanto uno como el otro, no son otra cosa más que parte del camino cuando se lee.