Corren malos tiempos para las estancas disciplinas clásicas heredadas de las academias decimonónicas. Es el momento de replantearse los límites de la disciplina de la arquitectura, hasta abrirla a un estado múltiple de pensamiento, acción y disfrute post-estructuralista. La deslimitación con la que hemos de entender la disciplina ha contribuido a desarrollar en parte de la profesión una sensibilidad especial en la forma de ver cosas, objetos y situaciones. Y es esta esforzada búsqueda la que en parte se ha plasmado en este ensayo ampliado, que no dejará al lector impasible por la sensatez, no exclusivamente arquitectónica, con la que se plantean los diversos temas tratados.