Este trabajo hace un llamamiento a los keniatas, y en realidad a los africanos, para que se pongan en pie y se sientan orgullosos de sí mismos porque, en efecto, están dotados de abundantes recursos naturales y culturales que tienen la capacidad de hacerlos ricos y prósperos si tan sólo dejaran de centrarse en mezquinas diferencias de etnia; en lugar de ello, deberían concentrarse en desarrollarse en su diversidad cultural, sabiendo bien que ésta es su fuerza y no su debilidad. Hasta ahora, los recursos de África son explotados más por los extranjeros que por los africanos, porque ellos mismos desconocen o ignoran el potencial de estos recursos. Con un nuevo enfoque centrado en la creatividad, la solidaridad, el respeto mutuo y la evitación de la corrupción y el amor propio, los africanos son capaces de dominar el mundo.
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