La mortalidad infantil se considera uno de los indicadores clave del nivel de salud de una población; es una medida ampliamente utilizada para medir la efectividad del sistema de atención de salud de un país. Abarca el efecto de las condiciones económicas, sociales y culturales, así como la eficiencia de las entidades prestadoras de salud y servicios preventivos. En tal sentido, constituye un verdadero indicador del grado de desarrollo de una comunidad en su totalidad y es espejo de su civilización. Dicho índice configura un problema de salud de vital importancia, por lo cual está sometido constantemente al análisis y seguimiento de su etiología.