Los tumores malignos son una de las principales causas de mortalidad en las mujeres durante la vida reproductiva. Desafortunadamente, esta situación se vuelve cada vez más compleja a medida que más mujeres retrasan la maternidad y, en consecuencia, la incidencia de cáncer durante el embarazo aumenta en forma constante. El cáncer de mama es la neoplasia maligna más frecuente diagnosticada durante el embarazo y representa cerca de una quinta parte del total de las neoplasias malignas en este periodo. El diagnóstico provoca problemas complejos de manejo del riesgo materno-fetal a corto y largo plazo. Cada caso debe ser evaluado en forma individual, con énfasis en el cuidado óptimo de la paciente, siguiendo los protocolos de tratamiento estándar con respecto a la seguridad del feto, por un equipo multidisciplinario que ayude a tomar decisiones sobre el mejor procedimiento terapéutico. El tratamiento de estas pacientes es posible pero no simple, ya que tanto la madre como el feto pueden verse afectados, por lo que debe realizarse teniendo en cuenta el peligro agudo para la madre, maximizando su eficacia y minimizando los potenciales efectos nocivos para el feto.