Dificultades con la filosofía de la historia (1973) puede considerarse como la clave principal para comprender no sólo los orígenes, sino también la evolución posterior de la obra de Odo Marquard; inaugura ese tipo de escritura, teñida de sentido del humor y afán de claridad, que se confiesa deudora tanto de Heine y Kierkegaard como de Montaigne y los moralistas franceses. No en vano esta recopilación de artículos escritos entre 1962 y 1973 configura el modelo expositivo, capaz de reconciliar lo grave con lo liviano (¿literatura trascendental¿), que le ha consagrado en Alemania como maestro del relato corto especulativo. El exhaustivo aparato de notas que acompaña a este libro no debe hacernos olvidar que nos las vemos más bien con una autobiografía intelectual que narra la experiencia de distanciamiento de un filósofo escéptico (defensor de la pluralidad de mitos y cauto frente a toda fe en principios absolutos) respecto a las utopías que en el mayo del 68 apostaban por el monomito de la Historia de la emancipación total. El contexto inmediato de estas reflexiones polémicas remite, pues, a esos conatos de revolución que se limitaban a practicar una suerte de ¿desobediencia retrospectiva¿: si durante los doce años de nacionalsocialismo la sumisión al tirano fue casi unánime, ahora, bajo la protección del Estado de derecho, se predica el gran rechazo y se despacha a la República Federal de Alemania bajo la sospecha de fascismo. Desde un punto de vista hermenéutico y antropológico el hombre es para Marquard un ser finito que necesita compensar carencias y enlazar con tradiciones. Nuestra vida es tan breve que no disponemos de tiempo suficiente para transformar ni fundamentarlo todo desde cero. La tesis de Marquard es que la modernidad se malogra en la filosofía de la historia, cuya función salvífica la convierte más bien en vanguardia de la antimodernidad. Odo Marquard (1928), en la actualidad catedrático emérito de la universidad de Giessen y miembro de la Academia de la Lengua y Poesía de Darmstadt, es uno de los pensadores más lúcidos e irreverentes de la llamada ¿generación escéptica¿. Tras haber sufrido en la infancia la reclusión en un internado nazi y una breve experiencia de cautiverio como soldado adolescente, Marquard comenzó a formarse intelectualmente en la inmediata posguerra; estudió desde 1947 hasta 1954 filosofía, germanística y teología en Münster y Friburgo bajo la dirección de su principal maestro Joachim Ritter y se doctoró en 1954 con un trabajo que se convertiría en su opera prima: Método escéptico respecto a Kant (1958). En 1963 se habilitó con una investigación que intentaba demostrar cómo el psicoanálisis representaba la continuación del idealismo alemán por medios desencantados y que se publicaría años después bajo el título de Idealismo trascendental, filosofía de la naturaleza romántica, psicoanálisis (1987). Sus piezas de ¿literatura trascendental¿ le han valido reconocimientos como el Premio Sigmund Freud a la prosa científica (1984) o el Premio Ernst Robert Curtius (1996) por el conjunto de su ensayística. Entre sus obras cabe mencionar: Dificultades con la filosofía de la historia (1973), Adiós a los principios (1981), Apología de lo contingente (1986), Estética y anestética (1989), Felicidad en la infelicidad (1995) y Filosofía de la compensación (2000). Y sus aportaciones más recientes (Escepticismo como filosofía de la finitud e Individuo y división de poderes, aparecidos en 2002 y 2004 respectivamente) ratifican cómo la brevedad de la vida incita a dudar de todo fundamentalismo y a urdir mil y una historias para afrontar la amenaza de la muerte. Bajar cubierta para prensa
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