En tiempos de la Guerra de los Treinta Años, el conflicto hispano-inglés de 1625-1630 supuso una amenaza potencial para la estabilidad de la Monarquía Hispánica, debido al riesgo de que se formalizara en alianzas geopolíticas más amplias a través de coaliciones internacionales. Las estrategias para aunar seguridad, reputación y neutralidad se convirtieron en un aspecto fundamental de la política internacional hispánica, articulada a través de sus agentes diplomáticos. Este libro analiza la guerra y la posterior paz desde la perspectiva de la interacción entre diplomacia y opinión pública y las dinámicas que surgieron en torno a ellas, demostrando cómo los conflictos menores tuvieron una dimensión estratégica, político-diplomática y comunicativa mucho más amplia. Con el análisis de las diferentes aristas de la comunicación política del conflicto y la negociación, se ponen de relieve el surgimiento de discursos retóricos, la capacidad performativa del poder desplegado por los diversos agentes en su dimensión pública y la importancia del control de la información y los mecanismos de representación.