En Discurso sobre la agricultura de La Habana y medios de fomentarla, Francisco de Arango y Parreño analiza de forma global las características de una empresa fabril azucarera. Escribe sobre su flujo de producción, pasando por la fuerza de trabajo, hasta la financiación, la distribución y los mercados. En opinión del ensayista cubano Jorge Mañach: El Discurso sobre la agricultura en La Habana y medios de fomentarla (1792) es el escrito más considerable de Arango, y en él se trazan las bases de aquella reforma. Esencialmente, constituye la primera formulación, en el terreno económico, del pensamiento relativista cubano, que después ha de desplegarse con otras derivaciones. A despecho de su asimilismo en el orden político -es decir, la afirmación teórica de la identidad de derechos administrativos y civiles entre la Metrópoli y su colonia-, lo que en el fondo anima el pensamiento de Arango y Parreño es, en cierto modo, una idea contraria: la de que Cuba es tierra distinta, ámbito de intereses propios y peculiares, entidad no asimilable a la Madre Patria, ni susceptible, por tanto, de ser regida por las normas del absolutismo peninsular. En Arango se hallaba, pues, en germen, la doctrina central cubana de todo un siglo. El Discurso sobre la agricultura de La Habana es mucho más que un manual de agricultura. En este libro Arango va más allá del estudio minucioso de la producción del azúcar. Lleva su análisis al fomento de su cultivo por razones geopolíticas. No en vano cincuenta años después Cuba gozaba de una poderosa economía gracias a su producción de azúcar. Y, también, cabe decirlo, sustentada en la mano de obra esclava que requería tal producción.
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