La historia de la cirugía es casi tan antigua como la raza humana. El control de la infección de las heridas siempre ha sido una parte esencial de cualquier procedimiento quirúrgico, y sigue siendo un reto importante en los quirófanos de los hospitales en la actualidad. Los pacientes sometidos a cirugía siempre corren el riesgo de desarrollar algún tipo de complicación postoperatoria. En las últimas décadas, la importancia de las bacterias aerotransportadas en los quirófanos ha sido objeto de interés y controversia. El número de bacterias viables transportadas por el aire está altamente correlacionado con el riesgo de infección para el paciente quirúrgico. Casi el 80-90% de la contaminación bacteriana detectada en una herida quirúrgica procede del aire circundante. Se ha demostrado que tanto las bacterias aerobias como las anaerobias de la piel se dispersan en el aire y sobreviven el tiempo suficiente para constituir una vía aérea de infección de la herida. También es probable que se produzca una transferencia de bacterias desde la piel del paciente debido al procedimiento quirúrgico, aunque este es un tema que se sigue debatiendo. Los mecanismos de transporte de las PBC son mucho más importantes en las cirugías propensas a la infección, como la sustitución ortopédica, porque las especies bacterianas causantes de ISQ pertenecen a la flora cutánea normal.
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