El inexplicable desasosiego, que surge en el discurrir de las vidas de los descendientes de millones de inmigrantes, nos lleva a reflexionar sobre este serio asunto, que deriva ordinariamente en los tres estados del Dejavú "...El 'déjà senti', en el que recuerdas una sensación, el 'déjà visité', que es el sentimiento de haber estado presente en un lugar y el 'déjà vécu' que engloba la sensación de haber estado ya en una situación vivida antes". Sinembargo, tal como sucede y se describe en la obra, obviamos muchos aspectos, no pensamos sobre los ciclos inconclusos de nuestros ancestros, que heredamos genéticamente. El demiurgo que narra los hechos de la obra, trata de identificar el génesis de su intranquilidad personal. En especial el autor, focaliza lo antes expuesto, en la población de inmigrantes italianos de Sudamérica, en medio de una trama extraña de sucesos reales, acaecidos a dos personas en Colombia y Argentina, que entrecruzaron sus vidas e identificaron un mismo sentir: el deseo de llevar a casa a sus ancestros italianos, en compañía de todos sus paisanos que inmigraron entre finales del siglo XIX hasta mediados del XX. Una historia que enmarca el amor, el dolor, la reclamación, la justicia, el perdón y la reconciliación; con un final muy sensible, lleno de alegría y jolgorio. El autor descubre de manera inesperada, en lo postrero de la escritura del libro, que el contexto general tiene que ver con lo expuesto por Mark Wolynn en su libro "Este dolor no es mío". Lo afirma, pues, coincide su temática con parte del texto de la obra, por ejemplo, los párrafos de la reclamación del bisnieto colombiano al bisabuelo muerto, Gaetano Luis: "Ahora, ¿será que no cerraste tus ojos en paz? - tanta prole que esparciste - ¿soy el escogido? - no me mires así, está clareando y podría ver tu rostro. Tienes que narrarme todo, quiero un relato no amañado; cierto y justo. Deseo una declaración con detalles, son tantas hojas, no forrajes de vida y dolor que debo transcribir; dolores tuyos, no míos, ahora míos sin fragor. ¿Por qué siento este deseo que recorre el torrente interno de mi ser?, me refiero al agua dulce y salada que se juntan en mi alma, como "Las Bocas de Ceniza" de mi Villa querida, que a pesar de la aflicción sin génesis propia que padezco, quiero darte mi mano y ayudarte, como si me ayudase a mí mismo." y, Curiosamente, en otro sitio lejano, Buenos Aires Argentina, sucede igual, con Andreina, al evocar el dolor por su abuelo Vicenzo Egidio: "Desde muy chica buscaba a mi abuelo, no entendía la muerte, no sabía de qué se trataba eso, ¡solo quería verlo! Lo esperaba en el pasillo de mi casa, guardaba la esperanza, volviera de donde estaba. A mis nueve años, fui al cementerio de San Martín con mi madre, quise observar dentro de su bóveda que había. Mi necesidad de verlo era imperiosa. Así fue, llegamos a su morada eterna. Aún recuerdo la imagen de sus huesos, que clavaron su amor en mi pecho. Pasaron los años, solo tenía sus fotos y sus cartas, donde, en entre líneas, unía a Italia con Argentina, como una sola patria...". Finalmente, el autor no es egoísta, comparte el cómo lograr el sosiego de las almas de Genéttano y deja abierta a voluntad de los descendientes vivos, la lista del LÁmitano, a sus ancestros que no retornaron físicamente.
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