Desde larga data, el medio rural ha significado un espacio vital, sin embargo, en el devenir se percibió como campos despoblados, desequilibrados e infrautilizados en sus valores naturales y culturales. En consecuencia, la ruralidad se revisó en un sentido territorial y multisectorial, que va a considerar a las personas no solo agentes generadores de alimentos, sino también, responsables por el bienestar y la puesta en valor del patrimonio cultural y natural de los territorios. En ese marco, la incorporación de las Distinciones Geográficas Protegidas son importantes, pues se encuentran ligadas a la nueva conceptualización de desarrollo rural. El análisis se justifica por el rol que desempeñan en el proceso de vinculación de los productos agrícolas con la valorización territorial. En general, la obra se refiere a la implementación de varias categorías de Distinción Geográfica Protegida que existen, teniendo en cuenta las características del origen, procedimiento tradicional y calidad de sus productos. En específico a la Indicación Geográfica Protegida (IGP) y Denominación de Origen (DOP) y las potencialidades de implementación en el ámbito rural centroamericano.