La pandemia de la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) ha creado tanto una crisis de salud pública como una crisis económica en Estados Unidos. La pandemia ha trastornado vidas, ha llevado el sistema hospitalario al límite de su capacidad y ha creado una desaceleración económica mundial. Hasta el 15 de septiembre de 2020 se habían confirmado más de 6,5 millones de casos de COVID-19 y más de 195.000 muertes en los Estados Unidos (Universidad Johns Hopkins s.f.). Para poner estas cifras en contexto, la pandemia se ha cobrado ya más de tres veces las vidas estadounidenses que se perdieron en la guerra de Vietnam (Ducharme 2020; cálculos de los autores). La crisis económica no tiene precedentes en su escala: la pandemia ha creado un choque de demanda, un choque de oferta y un choque financiero, todo a la vez (Triggs y Kharas 2020). En el ámbito de la salud pública, la propagación del virus ha mostrado claras tendencias geográficas, comenzando en los centros urbanos densamente poblados y extendiéndose después a zonas más rurales del país (Desjardins 2020). La figura A muestra el número semanal de muertes causadas por el COVID-19 en cada región de Estados Unidos desde finales de febrero hasta finales de agosto de 2020.
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