La educación desempeña un papel clave en el desarrollo social, cultural e ideológico de todo ser. Para ello, es necesaria una articulación política de la educación al modelo y estilo de desarrollo. Pues, desde esta perspectiva, la educación ambiental ha de caracterizar los principales cambios estructurales de la sociedad y su correlación con la realidad política, económica y cultural enmarcada en un análisis de efecto-causa-solución, cronología y aspectos de la crisis socio-ambiental a nivel local, regional, nacional y mundial, en nuestra realidad inmediata: hogar, comunidad, centro educativo, lugar de trabajo, ciudad, barrio, caserío, distrito o cantón u otros espacios de convivencia, como un proceso socio-histórico, entrópico (creativo), holístico, complejo, sistémico y dialéctico. Pero también debe cuestionar los estilos de desarrollo y progreso, que se basan en la degradación de los ciclos naturales, la salud y que generan los problemas sociales (pobreza, miseria, concertación de riquezas, violencia y otras). Por lo que es necesario reconocer que aún existen obstáculos estructurales importantes para lograr una mayor efectividad e impacto en las acciones emprendidas.