En el Centro Penitenciario Madrid VI de Aranjuez, se adoptó una formación de carácter cultural para el Tratamiento de los internos, con el ánimo de facilitar su reinserción social. Como monitora de pintura contratada para este centro, y bajo una perspectiva adaptativa, pude diseñar un Programa no reglado de Educación Artística abriendo talleres de arte dirigidos a diferentes grupos: módulos de Mujeres y Matrimonios con hijo, módulos masculinos de adultos, y por último, módulo de jóvenes en colaboración con el Instituto Nacional de la Juventud. El objeto de la investigación surgió de las memorias de taller y del análisis de los resultados obtenidos. Destaca la documentación gráfica y testimonial recogida sobre los intereses particulares que tenía el preso a la hora de hacer arte, conocer la función positiva que ejerció el arte en su desarrollo personal y el tipo de relaciones que se estableció con la práctica artística dentro de la prisión. Este conocimiento puede servir para nutrir otros aspectos asociados a lo humano, a lo artístico y a lo social. También, como fuente de experimentación tanto para el tratamiento penitenciario, como para el estudio actual del arte y de la sociedad.