Los jóvenes se ven afectados por una serie de aspectos como los sistemas jurídicos, la salud, el consumo de drogas, la sexualidad, el deporte, la seguridad personal; que influyen en su participación en la vida pública, en su educación o en la búsqueda de trabajo. La educación no formal se puede entender como un proceso de aprendizaje voluntario, intencionado, planificado, flexible, que se caracteriza por la diversidad de métodos, ámbitos y contextos en los que se aplica y que requiere de un diálogo entre los interlocutores sociales, los investigadores y los políticos. Esta educación facilita información y capacitación que generan oportunidades académicas y laborales en un país demográficamente juvenil. Los resultados de la investigación contribuyen como referente a aquellos estudios de universidades, docentes, jóvenes, investigadores, ONGs, entes gubernamentales, programas y proyectos encaminados a enriquecer y a fortalecer el conocimiento sobre la juventud y la educación no formal.