La inflamación es una afección anterior a la propia humanidad, como demuestran los primeros signos de procesos inflamatorios observados en huesos de dinosaurio. Para limitar los efectos secundarios de la inflamación, es necesario utilizar fármacos antiinflamatorios. Encontrar un nuevo fármaco eficaz con un bajo índice de daños puede costar hasta 1.800 millones de dólares y tardar unos trece años. Sin embargo, la llegada de las tecnologías bioinformáticas ha facilitado y abaratado esta tarea.
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