La mayoría de sectores económicos y sociales afirman que el crecimiento y desarrollo económico se logra invirtiendo en el recurso humano, en sus capacidades y competencias. Lo anterior es muy cierto, pero a la hora de aportar al fisco, esa afirmación tiende a desaparecer o a quedarse a nivel de idea. En economías desarrolladas y con elevados niveles de vida de la población, los gobiernos captan el 40% en concepto de impuestos con respecto al Producto Interno Bruto, otros cerca del 50%, sobre todo, por lo elevado del impuesto sobre la renta empresarial. En otras palabras, en esos países los gobiernos tienen más dinero y por eso pueden invertir en salud, educación, investigación y otras áreas prioritarias para el desarrollo. Ante una captación de ingresos como el caso anterior, el Estado salvadoreño, tendría mayor capacidad para satisfacer sus propias necesidades administrativas y de la misma forma mayor capacidad para atender las demandas de los sectores productivos y sociales.