El sedentarismo y los malos hábitos alimentarios se asocian al desarrollo de inflamación crónica de bajo grado, que es un proceso metabólico característico de varias enfermedades crónicas degenerativas y/o no transmisibles (ECNT), entre ellas el cáncer. Por este motivo, la comunidad científica ha debatido la aplicación del ejercicio físico (EF) como estrategia no farmacológica para la prevención del cáncer. El ejercicio físico reduce significativamente el riesgo de algunos tipos de cáncer (colon, próstata, pulmón, mama, entre otros). Son varios los beneficios del EF dirigidos a la prevención de esta patología, entre ellos: mejora de los niveles de hemoglobina, mejor control del peso, aumento del sistema inmunológico, aumento de la actividad de las células Natural Killers, etc. Entre las diversas atribuciones del Profesional de Educación Física, la promoción de la salud y la prevención de enfermedades pueden ser las prácticas más importantes relacionadas con estos profesionales. Por lo tanto, la importancia de estos profesionales con respecto a los factores profilácticos relacionados con el cáncer.
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