La práctica de la actividad física y sus efectos beneficiosos en la prevención y tratamiento de factores de riesgo cardiovasculares, entre ellos la obesidad, está plenamente demostrada. Sin embargo, se encuentra habitualmente referenciada a la población general. Los sujetos con deficiencia mental generalmente, se hallan excluidos de éstas valoraciones y demostraciones, tanto en lo que respecta a los efectos provechosos como a las propuestas preventivas que de ellas derivarían. Así pues, es evidente que se ha generado una situación injusta que aumenta en mayor medida las dificultades ya existentes en su plena inclusión social. En este sentido, todo ello condujo a la posibilidad de proponerse investigar las modificaciones antropométricas en personas con deficiencia mental que participan de un programa de actividad física sistemática.