Si aumentamos la carga de nuestro prana interno nuestras meditaciones serán mucho más intensas, y nos resultará más fácil ingresar en el estado de vacío y silencio de la mente, donde es posible atraer la bendición de Dios y dialogar con Él. Nuestras oraciones contendrán los mismos pensamientos y palabras, pero estarán recargadas de energía y penetrarán el espacio y el tiempo obteniendo la respuesta deseada. Nuestros cuerpos se alimentan de la comida, del agua, del aire y del sol, pero es a través del bulbo raquídeo o ¿boca de Dios¿ de donde recibe directamente la energía cósmica que se distribuye a través de los canales sutiles o nadis en todo el cuerpo. Mediante concentración, respiración, fuerza de voluntad, tensión y relajación es posible conducir el prana hacia las distintas partes del cuerpo y aprender a acumularlo allí para recargar esas células.