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Todo ciudadano merece vivir en un estado de derecho y todo país tiene la obligación de aplicar sus leyes de manera justa y eficaz tanto hacia sus ciudadanos como hacia sus propios dirigentes. El abogado debe ser considerado como la sal de la justicia y la luz del mundo judicial en una tierra que es la cuna de la humanidad, una tierra que nutre a los pueblos y una tierra que alberga comunidades multidimensionales en busca de equilibrio. El abogado es el punto de referencia de todas estas comunidades que se mueven, se empujan, se aplastan y/o se superponen, pero que evolucionan, desequilibradas…mehr

Produktbeschreibung
Todo ciudadano merece vivir en un estado de derecho y todo país tiene la obligación de aplicar sus leyes de manera justa y eficaz tanto hacia sus ciudadanos como hacia sus propios dirigentes. El abogado debe ser considerado como la sal de la justicia y la luz del mundo judicial en una tierra que es la cuna de la humanidad, una tierra que nutre a los pueblos y una tierra que alberga comunidades multidimensionales en busca de equilibrio. El abogado es el punto de referencia de todas estas comunidades que se mueven, se empujan, se aplastan y/o se superponen, pero que evolucionan, desequilibradas y temerosas de su desaparición, en un movimiento constante de interdependencia y desestabilización física y cultural mutua. Es la luz para los que temen una lucha salvaje por la vida y la razón del más fuerte; es el baluarte para los que temen la ley del talión y el gobierno de los jueces. Sin una justicia verdaderamente independiente en Congo-Kinshasa, es imposible, si no difícil, que la República Democrática del Congo mi país se cuente entre los países democráticos, además un ESTADO DE DERECHO.
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Autorenporträt
Pascal Mukanya es licenciado en derecho privado judicial por la Universidad de Lubumbashi, abogado inscrito en el Colegio de Abogados de Mbuji Mayi desde 2004, asistente en la Universidad desde 2005.