El aprovisionamiento tradicional de agua para el suministro de personas y ganados contaba en los territorios mediterráneos, con un tipo particular de construcciones, los aljibes, que recogían las aguas de lluvia, asegurando así unas disponibilidades independientes de la pluviometría. Sus morfologías, capacidades y destinos son muy variados y, más aún cuando todavía existen restos de estas infraestructuras tan singulares, pero su pérdida de efectividad ha convertido a los aljibes en meros testigos del paisaje rural tradicional.