Krishnamurti no representa a ninguna ¿escuela¿ de pensamiento (oriental u occidental), no habla de ideas, teorías o creencias, no se erige en gurú, sino que actúa como un faro que ilumina el viaje que cada uno de nosotros ha de emprender por sí mismo. K pide que utilicemos sus palabras como un espejo para vernos como realmente somos y para ver la totalidad de la existencia. Y para esta mirada de discernimiento, la mente debe tener completa libertad; no ha de estar limitada por ninguna clase de autoridad. Esta libertad no implica llevar un tipo de existencia indisciplinada y autoindulgente. Para Krishnamurti, la actitud contestataria de algunos grupos activistas que intentan ¿cambiar¿ la sociedad carece de sentido. El verdadero cambio tiene lugar en la psique misma, cuando la propia mente se vacía de lo conocido. Eso es lo que en muchas tradiciones han llamado liberación.
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