"En aquel instante, un grito horrible, que parecía irreal, estremeció a los que nos encontrábamos en aquel salón. Sin saber qué pensar, al principio me quedé clavado en el sitio; al ver que en ese momento también gritaba Elena Ivánovna, me di rápidamente la vuelta y ¡Dios mío lo que vi! El pobre Iván Matvéievich estaba entre las horribles mandíbulas del cocodrilo. Lo tenía levantado horizontalmente, agarrado por la mitad del cuerpo y moviendo desesperadamente las piernas en el aire. Después, Iván Matvéievich desapareció por un instante". EL COCODRILO.
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