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Si me preguntan cuál es la profecía más asombrosa y significativa de la Biblia, no dudo en responder que es la profecía del Cordero de Dios. Asombrosa por su impecable cumplimiento, pues aunque sus anuncios abarcan siglos, caen en el centro del lugar anunciado por Dios, en el día marcado y en la hora señalada para sacrificar su Cordero. Y es la más significativa de las profecías, porque de su contenido y cumplimiento depende el destino eterno de cada ser humano, incluyendo el suyo estimado lector y el mío propio. Desde aquel imprevisto cordero en Egipto y su sangre marcando el madero de las…mehr

Produktbeschreibung
Si me preguntan cuál es la profecía más asombrosa y significativa de la Biblia, no dudo en responder que es la profecía del Cordero de Dios. Asombrosa por su impecable cumplimiento, pues aunque sus anuncios abarcan siglos, caen en el centro del lugar anunciado por Dios, en el día marcado y en la hora señalada para sacrificar su Cordero. Y es la más significativa de las profecías, porque de su contenido y cumplimiento depende el destino eterno de cada ser humano, incluyendo el suyo estimado lector y el mío propio. Desde aquel imprevisto cordero en Egipto y su sangre marcando el madero de las puertas de las casas judías. Desde la fiesta de pascua señalada por Dios a Moisés. Desde la revelación que Dios le dio a Abraham, a David y a Salomón. Desde las profecías de Isaías, Miqueas y Daniel. Y desde la presentación de Juan el Bautista: "He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" Juan 1:29. Venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió al Señor Jesucristo. En el lugar y la forma profetizada, entre ovejas y pastores muy significativos, nació Jesucristo. Años después, en el lugar indicado, en el día y hora señalados, murió en la cruz para cargar y quitar nuestros pecados. Dios, magistralmente, ha introducido su Cordero al escenario de este mundo de fiascos y contradicciones, en el marco de los más contundentes y exactos cumplimientos proféticos para beneficio de multitudes y para su gloria eterna. Que nada ni nadie te prive de conocer al Cordero Admirable y, tener perdón de pecados y vida eterna en su nombre.