La fenomenología de Merleau-Ponty, con su preocupación por no situar al sujeto ni al mundo como precedentes para comprender la relación entre el ser y el mundo vivido, rompe con las principales corrientes filosóficas de la modernidad, a saber, el intelectualismo y el empirismo. Para superarlo, Merleau-Ponty utiliza la noción de cuerpo propio y aborda la percepción desde el punto de vista del perceptor. Como resultado, el ser en el mundo, situado en su mundo circundante, está en constante relación con él, sin distinguirse nunca. El cogito, por tanto, elevado a la categoría de absoluto por Descartes, vuelve a ser "mundano" en esta filosofía fenomenológica. El pensamiento ya no tiene el poder de "tragarse" todo lo que no sea el mundo. Estar en el mundo, en definitiva, es situarse en una efectividad experiencial, en la que sujeto y mundo se entrecruzan en una mutualidad que conforma la única experiencia posible. Finalmente, este artículo tratará de esta superación de la fenomenología frente al absolutismo egoico dejado por el intelectualismo de Descartes.
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