Durante las últimas tres décadas, en México las encuestas se han vuelto un actor constante en los procesos electorales y en un referente permanente para la toma de pulso de la opinión pública. Este fenómeno responde a factores tecnológicos que han facilitado y hecho accesibles los procesos de medición en tiempos reducidos y a la pluralización de la sociedad mexicana y la consolidación de un sistema democrático que, con limitaciones y rezagos, hoy permite el ejercicio de libertades fundamentales y el derecho al libre sufragio por los ciudadanos. Empero, fue en particular la elección presidencial de 2012 la que derivó en un intenso, aunque disperso, debate respecto del papel que desempeñan las encuestas en las elecciones y sobre su regulación. Por ello, recuperar la narrativa de las encuestas publicadas no cumple sólo una función de arqueología, sino que abre la posibilidad de una revisión a la crítica expresada, con miras a establecer alcances y limitaciones de estos ejercicios. En este ensayo se intentará determinar si existe evidencia de sesgos sistemáticos, si este fenómeno es inusual, si es viable y sencillo evitarlo y si fue un producto intencional de los investigadores.