El centro de esta su reflexión es el ser humano. Buscamos comprender al hombre como un ser que vive y sabe que vive. El saber es la dimensión propia del hombre. Él es el único ser que necesita comprenderse para saber quién es, quién quiere ser y qué puede realizar. El hombre percibe su vida como una posibilidad única en la que ganarse o perderse dependen de sí mismo. Este impulso hacia el saber brota de la conciencia de su propia finitud, es decir, de saber que no es dueño del tiempo y, por tanto necesita diseñar su vida. La existencia humana es de suyo compleja y problemática. Por eso no hace falta crear ni inventar los problemas del hombre, pues todo aquel que se proponga investigar y comprender a fondo su dinamismo los encontrará. Los encuentra, los reconoce, los asume, los examina críticamente. Esto es, sin duda alguna, dar sentido a la propia existencia en busca de la plena realización desde lo que se es.