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Se conservan media docena de piezas teatrales de Luis Belmonte Bermúdez; la más celebrada es El diablo predicador, y mayor contrario amigo. Apareció como escrito anónimo por el desenfado y libertad de algunos caracteres, y solo tuvo problemas con la censura muchos años después. Los contemporáneos de Belmonte vieron en ella una exaltación de la orden franciscana y de la práctica de la caridad. Sin embargo después se entendió como una crítica anticlerical a causa de su gran personaje cómico, el lego fray Antolín. Hacia el final de la obra El diablo predicador San Miguel castiga al demonio…mehr

Produktbeschreibung
Se conservan media docena de piezas teatrales de Luis Belmonte Bermúdez; la más celebrada es El diablo predicador, y mayor contrario amigo. Apareció como escrito anónimo por el desenfado y libertad de algunos caracteres, y solo tuvo problemas con la censura muchos años después. Los contemporáneos de Belmonte vieron en ella una exaltación de la orden franciscana y de la práctica de la caridad. Sin embargo después se entendió como una crítica anticlerical a causa de su gran personaje cómico, el lego fray Antolín. Hacia el final de la obra El diablo predicador San Miguel castiga al demonio Luzbel. Se le acusa de hacer pasar hambre a una comunidad franciscana. Y para redimirse tiene que pedir limosna para ellos mientras se transforma en predicador.
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Autorenporträt
Luis Belmonte Bermúdez (Sevilla, ¿1598?-Madrid ¿1650?) España. Poeta, cronista de Indias y dramaturgo español del Siglo de Oro. Se discute su fecha de nacimiento, que parece demasiado tardía. Joven marchó a México y al año siguiente al Perú. Ya entonces se dedicaba de lleno a la literatura. Actuó como cronista y secretario en expediciones del general Pedro Fernández de Quirós y escribió una Historia del descubrimiento de las regiones Austriales hecho por el general Pedro Fernández de Quirós. Tras una nueva estancia en México regresó a España en 1616 y se estableció en Sevilla. En 1620 vivió en Madrid y participó en las Justas poéticas de San Isidro. Desde entonces dejó la poesía y se consagró al teatro. Es autor de dos poemas épicos: La aurora de Cristo y La Hispálica, este último sobre la conquista de Sevilla. Se conserva además media docena de piezas teatrales suyas; la más célebre es El diablo predicador. Que apareció como escrito anónimo por el desenfado y libertad de algunos caracteres, y sólo tuvo problemas con la censura muchos años después. Sus contemporáneos vieron en ella una exaltación de la orden franciscana y de la práctica de la caridad, pero después se entendió como una crítica anticlerical a causa del personaje cómico de fray Antolín. En esta obra el diablo es castigado por san Miguel, a causa del hambre que hace pasar a unos franciscanos, a pedir limosna y tras ello se transforma en predicador.