Componer obras musicales que impulsen al intérprete a una mayor participación creativa y le exijan, al mismo tiempo, poner su conciencia en los otros y en si mismo gracias a la imitación y al juego en tiempo real como procesos compositivos que indeterminen el contenido musical y aperturen la forma, llevará a la obra musical a encontrar nuevas maneras de relacionarse con los recursos, materiales y humanos que la rodean, resignificando desde sus concepciones teóricas hasta sus expresiones pragmáticas, las que incorporarán, además del goce estético, el placer lúdico de la interpretación.