Para demasiadas personas, el corazón del evangelio es que Dios es amor y que ama a todos incondicionalmente. Sin embargo, ni Jesús ni sus apóstoles predicaron jamás así. Parecen haber pensado que el mundo necesitaba conocer su justicia y su deseo, aun su ansia, de compartirla con nosotros. Esto se debe a que está decidido a tener un universo en el que no haya ninguna injusticia. ¿Por qué no creemos que eso es una buena noticia?
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