En tan solo dos versículos, el apóstol de los gentiles, en su carta, ayuda a los creyentes del mundo entero a descubrir que la vida es una ofrenda, así como la vida de Jesús la fue. Ya que no nos pertenecemos a nosotros mismos sino a Él que en la cruz nos ha comprado, lo que podemos hacer es devolverle lo que nos ha dado, es decir, hacer de nuestra vida una ofrenda agradable. Y cuál es la ofrenda agradable? Nuestra propia vida. Esto en relación con el primer versículo. Pero luego tenemos el segundo versículo que viene a precisar, cuál es la ofrenda agradable en la propia vida. Y cuál es? El discernimiento de la voluntad de Dios. Porque cuando el hombre discierne cuál es la voluntad de Dios y la lleva a ejecución, ofrece la ofrenda agradable a Dios. Pablo sigue con la tradición del culto, como lo aprendió él en el ambiente religioso de Jerusalén, y a la vez quiere que los cristianos tributen un culto al Señor pero un culto que es diferente al que èl aprendió por su tradición religiosa y aun como fariseo. No deja de emplear la terminología sacrificial pero ya con un nuevo sentido, el sentido cristiano.